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Los pueblos los tomarán y los llevarán a su lugar, y la casa de Israel los poseerá como siervos y criadas en la tierra de Jehová. Cautivarán así a los que los cautivaron y señorearán sobre los que los oprimieron.

En el día en que Jehová te dé reposo de tu trabajo, de tus temores y de la dura servidumbre en que te hicieron servir, pronunciarás este proverbio contra el rey de Babilonia y dirás:

«¡Cómo acabó el opresor!
¡Cómo ha acabado la ciudad codiciosa de oro!

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